- ¿Sola esta noche? - me preguntaba
- Como todas las noches - contestaba yo con una sonrisa forzada.
En eso, aparecía un hombre de la nada y se sentaba enfrente mío. Comenzaba a coquetear conmigo y la chica de la pareja de mi derecha me decía que me ubique. Cosa muy irónica teniendo en cuenta que se estaba acariciando con su pareja sin parar hacía más de cuatro días. Entonces, el hombre misterioso proponía que si él lograba hacer algo determinado (no recuerdo qué) se debían bajar todos del tren para que podamos cenar a solas. Y así fue. El tren se detuvo y cenamos solos, casi en penumbra, a la luz de las velas, en un inmenso tren. Este señor ejercía sobre mi una atracción inexplicable y parecía de esos tipos salidos de novelas muy viejas y románticas ... . Comíamos comida invisible, al estilo Peter Pan. La charla estaba muy animada cuando ... mi hermano me levantó para almorzar.
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